
El incidente nuclear de Ascó, ocultado a la población durante largos meses, es otra prueba más ( ¡por si hubiera pocas! ) de la inmensa distancia que existe entre unos políticos guiados en sus pasos por sus asesores de marketing, vendidos como productos, vendidos como la mercancia que son, y las masas de ciudadanos retraídos de la política, abandonada resignadamente en las manos de sus "representantes electos", ciudadanos impedidos por la fuerza de los hechos de la gestión de sus propios asuntos, despojados del control sobre su vida. Si diariamente existen miles y miles de incidentes que demuestran esto (desde la violencia ejercida en los accidentes laborales hasta el empobrecimiento y la penuria cultural) sólo es cuando la magnitud del suceso (Prestige, envenenamiento masivo por aceite de colza...) amenaza directamente la salud de millones de personas cuando se nos presenta en toda su crudeza el desprecio que los representantes políticos de los que auténticamente gobiernan sienten por esas masas átonas y despolitizadas, obligadas a un bipartidismo en el que el sentido del voto viene orientada por la búsqueda del llamado "mal menor". Triste panorama, desde luego.
El despido del director de la instalación nuclear de Ascó se intenta presentar infantilmente como la solución de un problema que trasciende los detalles técnicos. ¿ O acaso hubieran informado a la población y tomado las medidas de alarma si el incidente en vez de ser Nivel 2 hubiera sido Nivel 5, o del Nivel 6 ? Todo hace pensar que es más probable lo contrario. Han sido las denuncias de Greenpeace las que han obligado a la Administración a simular que vela por los intereses populares, relegadas las noticias a un rincón de algunos periódicos.
Pero es inútil. La catadura, la profunda miseria moral de los peones políticos del poder empresarial (de su núcleo mas duro, además) se hace en estas ocasiones visible, y ni todas las campañas publicitarias del mundo, ni todos los gestos vacíos, ni el nombramiento de mas mujeres ministras que carteras existen en el Gobierno podrá ocultar el auténtico rostro de quien lleva las riendas en eeste régimen coronado por un Borbón, preocupado únicamente de que haya acuerdo entre los partidos que le apoyan, a fin de que le dejen tranquilo dedicado a sus negocios y a sus historias.
La noticia coincide en el tiempo con otra que asimismo ha pasado desapercibida: el descubrimiento de toneladas de tierra contaminada procedente del accidente nuclear de Paloma
res, enterrada en zanjas, que decenas de años después nos recuerdan la imagen de un fascista como Manuel Fraga bañándose en compañia del embajador norteamericano. Imagen, marketing; franquismo, monarquía parlamentaria...Mecanismos sencillos, pero eficaces para una ciudadania adormecida, abandonada también por una izquierda política que dimitió de sus obligaciones hace ya mucho tiempo.
res, enterrada en zanjas, que decenas de años después nos recuerdan la imagen de un fascista como Manuel Fraga bañándose en compañia del embajador norteamericano. Imagen, marketing; franquismo, monarquía parlamentaria...Mecanismos sencillos, pero eficaces para una ciudadania adormecida, abandonada también por una izquierda política que dimitió de sus obligaciones hace ya mucho tiempo.Las manifestaciones que se suceden estos días celebrando el 14 de Abril surgen también impulsadas por el descontento. Descontento expresado minoritariamente en su forma política, lo que no debe hacernos olvidar nunca su inmensa y difusa extensión, fácilmente detectable para los observadores sociales. Y precisamente es ese descontento y ese malestar social, que el capital insufla día tras en la vida cotidiana de millones personas que lo sufren, la causa de la manipulación y la ocultación informativa: el miedo a millones de personas que ven su salud en peligro, de forma directa e irremediable debido al afán de rapiña de un sistema económico basado en la explotación, miedo a millones de personas que un buen día pueden empezar a pensar que su resignación ya no basta para poder seguir tirando en la vida.
Plataforma Ciudadana de Cantabria por la III Republica
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